Mi naturaleza impulsiva, mis ganas por compartir junto a él momentos, paisajes, lugares...mi curiosidad por vivir esa experiencia, por aventurarme en una locura y sentirme protagonista de algo excepcional en mi vida que me sacara de la rutina...me hicieron volar hasta allí sin pararme a pensar si era lo lógico o no, si era lo más adecuado o no.
Lo cierto es
que fueron cuatro días maravillosos que nunca olvidaré a pesar de que ahora, al
recordarlos, tengo un sabor amargo. De forma irremediable repaso una y otra vez
cada uno de mis momentos vividos con él en ese viaje, intentando encontrar una
razón por la que él perdió el interés por mi de manera fulminante. Obedeciendo
a mi mal sana costumbre por querer llegar siempre al fondo de las cosas, entré
en un círculo vicioso y compulsivo que no me llevaba a nada bueno y que me
impedía dormir, reír, concentrarme en el trabajo y en definitiva seguir con mi
vida normal.
Durante
aquellos días de incertidumbre en los que no sabía nada de él, en los que le
sentía a años luz de mí, miraba sus fotos una y otra vez, fotos de aquellos
momentos en los que aún hablábamos de "nosotros" y le echaba de
menos. Añoraba saber de él, que compartiera conmigo las fotos que había hecho,
que me contara anécdotas de su día, las largas e intensas conversaciones sobre
temas en los que no ibamos a estar de acuerdo nunca pero que eran divertidas y
estimulantes...le echaba de menos a él, echaba de menos tenerle en mi vida,
despertar con la certeza de que el formaba parte de mi aunque no hablásemos
todos los días ni pudiéramos vernos. Era guay levantarse por las mañanas
sabiendo que había una persona para la que era especial.
Aún recuerdo
el mix de sensaciones que tuve cuando llegué a Abu Dhabi y él me estaba
esperando en el aeropuerto. Estaba cansada pero mi entusiasmo e ilusión eran
tan grandes que me sentía plena de energía. Fue increíble cuando me desveló la
sorpresa que había preparado para mí. Me sentí tan especial que nunca lo podré
olvidar. Dubai nos acogió en nuestra primera noche juntos después de un mes sin
vernos. Fue excitante, me sentía eufórica, llena de vida. Después de casi 24
horas sin dormir, lo único que no quería era precisamente eso, dormir, para no
perderme ni un instante de lo que me estaba pasando. Despertar a su lado fue
especial. Ese era uno de mis momentos preferidos junto a él, cuando
despertábamos y el había descansado y estaba contento y divertido y con un
humor excelente...en aquellos momentos le adoraba. Pasamos un bonito día en
Dubai, me encantó el mercado de las especias, el lugar donde comimos, la preciosa
luz...
Los
siguientes días pasaron descubriendo lugares nuevos, dejándome llevar...quería pararme a pensar en todo lo que me estaba
pasando para ser plenamente consciente de lo feliz que era y creo que lo logré.
El desierto me
regaló la puesta de sol más bonita de mi vida. Como si el tiempo se hubiera
parado, aquel paisaje me hipnotizó...era como estar en otro mundo...un paisaje
enigmático, cautivador y que te atrapaba...y compartirlo con él lo transformó
en perfecto.
Y llegó mi
último día y aunque no quise pensar en el momento de mi despedida, no pude
evitar despertarme esa mañana con una sensación amarga. Habría dado lo que fuera por
poder alargar ese viaje, que no tuviera fin!!
Mientras el
taxi recorría la interminable carretera que me llevaba al aeropuerto, no dejaba
de pensar en todo lo vivido en aquellos días pero algo dentro de mí me decía que tras ese
viaje ya nada volvería a ser igual, y mi intuición no me falló.
Todo se
esfumó a la misma velocidad con la que llegó y simplemente desapareció.