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1 dic 2015

El cielo protector


Mi naturaleza impulsiva, mis ganas por compartir junto a él momentos, paisajes, lugares...mi curiosidad por vivir esa experiencia, por aventurarme en una locura y sentirme protagonista de algo excepcional en mi vida que me sacara de la rutina...me hicieron volar hasta allí sin pararme a pensar si era lo lógico o no, si era lo más adecuado o no.
Lo cierto es que fueron cuatro días maravillosos que nunca olvidaré a pesar de que ahora, al recordarlos, tengo un sabor amargo. De forma irremediable repaso una y otra vez cada uno de mis momentos vividos con él en ese viaje, intentando encontrar una razón por la que él perdió el interés por mi de manera fulminante. Obedeciendo a mi mal sana costumbre por querer llegar siempre al fondo de las cosas, entré en un círculo vicioso y compulsivo que no me llevaba a nada bueno y que me impedía dormir, reír, concentrarme en el trabajo y en definitiva seguir con mi vida normal.
Durante aquellos días de incertidumbre en los que no sabía nada de él, en los que le sentía a años luz de mí, miraba sus fotos una y otra vez, fotos de aquellos momentos en los que aún hablábamos de "nosotros" y le echaba de menos. Añoraba saber de él, que compartiera conmigo las fotos que había hecho, que me contara anécdotas de su día, las largas e intensas conversaciones sobre temas en los que no ibamos a estar de acuerdo nunca pero que eran divertidas y estimulantes...le echaba de menos a él, echaba de menos tenerle en mi vida, despertar con la certeza de que el formaba parte de mi aunque no hablásemos todos los días ni pudiéramos vernos. Era guay levantarse por las mañanas sabiendo que había una persona para la que era especial.
Aún recuerdo el mix de sensaciones que tuve cuando llegué a Abu Dhabi y él me estaba esperando en el aeropuerto. Estaba cansada pero mi entusiasmo e ilusión eran tan grandes que me sentía plena de energía. Fue increíble cuando me desveló la sorpresa que había preparado para mí. Me sentí tan especial que nunca lo podré olvidar. Dubai nos acogió en nuestra primera noche juntos después de un mes sin vernos. Fue excitante, me sentía eufórica, llena de vida. Después de casi 24 horas sin dormir, lo único que no quería era precisamente eso, dormir, para no perderme ni un instante de lo que me estaba pasando. Despertar a su lado fue especial. Ese era uno de mis momentos preferidos junto a él, cuando despertábamos y el había descansado y estaba contento y divertido y con un humor excelente...en aquellos momentos le adoraba. Pasamos un bonito día en Dubai, me encantó el mercado de las especias, el lugar donde comimos, la preciosa luz...
Los siguientes días pasaron descubriendo lugares nuevos, dejándome llevar...quería pararme a pensar en todo lo que me estaba pasando para ser plenamente consciente de lo feliz que era y creo que lo logré.
El desierto me regaló la puesta de sol más bonita de mi vida. Como si el tiempo se hubiera parado, aquel paisaje me hipnotizó...era como estar en otro mundo...un paisaje enigmático, cautivador y que te atrapaba...y compartirlo con él lo transformó en perfecto.
Y llegó mi último día y aunque no quise pensar en el momento de mi despedida, no pude evitar despertarme esa mañana con una sensación amarga. Habría dado lo que fuera por poder alargar ese viaje, que no tuviera fin!!
Mientras el taxi recorría la interminable carretera que me llevaba al aeropuerto, no dejaba de pensar en todo lo vivido en aquellos días pero algo dentro de mí me decía que tras ese viaje ya nada volvería a ser igual, y mi intuición no me falló.
Todo se esfumó a la misma velocidad con la que llegó y simplemente desapareció.




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