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11 may 2016

Se acabó el pastel


Tengo una amiga que dice: “cuando te regalen un pastel, devuelve un pastel, no regales una tarta”.

Esa frase define a la perfección una forma de actuar con los demás, y con los hombres en particular, que se repite a modo de disco rayado en todas mis relaciones, y por lo que he podido comprobar no soy la única que lo hace.

Y es que hay en mí una tendencia terriblemente poderosa a ser excesivamente generosa con el otro, a adelantarme a sus necesidades, a fijarme minuciosamente en sus gustos y grabarlos a fuego en mi disco duro, para después llenar de detalles a esa persona a la primera de cambio y prácticamente cuando la acabo de conocer… y todo ello sin esperar nada a cambio.

Y esto que parece guay e incluso digno de admiración, en realidad es más bien todo lo contrario porque las cosas cuando se llevan al extremo asustan… y mucho.

Cuando hago un recorrido por todos los hombres que han pasado por mi vida y que después no llegaron a nada (es decir, todos), me doy cuenta de la cantidad de detalles que he tenido con ellos…

Para comprender el alcance de la situación pondré algunos ejemplos completamente reales: a estas alturas de mi vida he regalado viajes a varias ciudades europeas, me he buscado la vida para localizar dónde comprar entradas para un grupo de música que solo tocaba en Alemania y he regalado el pack completo:concierto+hotel+vuelo; he hecho una búsqueda minuciosa hasta encontrar ese libro tan especial que parecía haber sido eliminado de la faz de la tierra; he rastreado páginas y páginas de internet hasta dar con el reloj que le hacía ilusión, o la camiseta o las zapatillas que están “out of stock” hace siglos… y así un suma y sigue de esfuerzos para sorprender a esa persona, para llenarla de atenciones, para hacerla feliz, para cumplir sus deseos como si tuviera complejo de “hada madrina” de la vida.

Y no es que todo eso esté mal, pero si hago una reflexión más profunda de la situación veo claramente que mi error es que fui demasiado detallista en el momento equivocado y que eso pudo agobiarles, espantarles, hacer que salieran corriendo y no parasen hasta estar muy lejos.

Está claro que esas "parejas" con las que yo derroché generosidad y atención a raudales no me conocían lo suficiente como para saber que esos son dos rasgos muy marcados de mi personalidad y por eso reaccionaron así, pero también es cierto, y cada vez lo veo más claro, que ese exceso de detalles les llevó a la conclusión equivocada de que estábamos en "niveles emocionales" muy diferentes, y por lo tanto no querían recibir nada que ellos no fueran capaces de devolver. O dicho de otra forma, no lo hacían simplemente porque no les salía.

Y es que en esto de los sentimientos y emociones cada uno tiene sus ritmos, y a estas alturas de mi vida creo que la clave para que una relación funcione está en una sincronización de tiempos en todos los sentidos: emociones, sensaciones, sentimientos, intenciones, objetivos, expectativas, proyectos… Es decir, no es suficiente con que esa persona te atraiga físicamente, haya química y una intención mutua por conocerse…no no no… si esto fuera tan sencillo a estas alturas de la película yo ya habría encontrado al amor de mi vida y varias veces.

Partiendo de la base de que hay atracción física e interés mutuo por conocerse, la realidad es que para que esa relación tenga posibilidades más allá de unas cuentas citas, lo más importante es que los dos estén al mismo nivel emocional, y esto lo que significa ni más ni menos es que las intenciones, objetivos y aspiraciones respecto a esa persona coincidan en ambos. Es decir, que los dos tengan muy claro que quieren jugar al mismo juego y con las mismas reglas.

La experiencia me ha demostrado que cuando eres excesivamente detallista con alguien a quién estás conociendo, esa persona automáticamente interpreta que quieres ir muy rápido en la relación, que te has enamorado locamente, que buscas un compromiso ASAP, que es el hombre de tu vida, que le amas por encima de todas las cosas, que es tu prioridad, que estás pensando en el las 24 horas del día….y como el no siente todo eso, se agobia, siente que le falta el aire, te pone la etiqueta de “espesa” e “intensa”… y una de dos, o desaparece de la noche a la mañana como si se le hubiera tragado la tierra, o empieza a dar claras señales de que lo hará en cero coma segundos.

Creo que para todos y todas los que son como yo, la clave está en aprender a dosificar nuestra generosidad y, sin dejar de ser detallistas (porque somos así), hacerlo con cuenta gotas al menos hasta tener claro a qué está jugando la otra persona.

Por todo esto ya me he cansado de regalar tartas y citando el título de una película de los años 80...futuros hombres de mi vida que sepáis que "se acabó el pastel".

7 may 2016

21 días sin tí...



Los estudios del psicólogo William James aseguran que nuestro cerebro tiene la flexibilidad suficiente para adquirir nuevos hábitos, y que la manera de conseguirlo es repetir durante 21 días seguidos aquello a lo que queremos acostumbrarnos. Cada vez que repetimos la acción en cuestión, a nuestro cerebro le supone un menor esfuerzo realizarla hasta que llega el momento en que éste acaba cediendo y convierte dicha costumbre en un hábito. No se trata de un remedio mágico, simplemente y tal y como afirman los neurólogos, en 21 días nuestra actividad neuronal se modifica y es posible crear nuevos patrones de conducta de manera automática.
Es decir, si por ejemplo queremos adquirir el hábito de correr tenemos que hacerlo todos los días durante 21 días seguidos; o si lo que queremos es introducir la fruta en nuestra dieta, deberíamos comer todos los días fruta durante 21 días seguidos.

Las investigaciones hablan de que la regla de los 21 días funciona cuando se trata de adquirir nuevos hábitos de conducta, pero que sucede cuando queremos deshacernos de un mal hábito??  Y cuando además ese hábito del que nos queremos deshacer no se trata de una conducta sino de una emoción?? Podemos dejar de querer a alguien, de desearle, de necesitarle en nuestras rutinas, de pensar en esa persona, dejar de echarle de menos y de hacer todo esto en tan solo 21 días?? Según mi teoría personal SE PUEDE.

En mi opinión, el enamoramiento es un estado emocional al que se llega a base de compartir tiempo con esa persona que ha despertado nuestro interés y por la que en un primer momento sentimos algún tipo de atracción física, intelectual o las dos a la vez. Cuando amamos a alguien, en realidad lo que nos ha pasado es que hemos adquirido la costumbre de estar con esa persona, de compartir todo con ella y al final se ha instalado en nuestras vidas, en nuestra cabeza, en nuestras rutinas, incluso en nuestra piel. Hemos adquirido el hábito mental, físico y emocional de tener a esa persona en nuestras vidas.

Pero que sucede cuando esa relación se rompe? Nos gustaría ser capaces de dejar de pensar en esa persona, de dejar de quererla a nuestro lado, de dejar de echarla de menos, pero no lo conseguimos. Más bien lo que nos sucede es todo lo contrario, pensamos de forma permanente en esa persona, la echamos de menos a cada segundo, la deseamos, la necesitamos cerca. Nos pasamos el día recordando los momentos vividos junto a el o ella, miramos una y otra vez sus fotos, espiamos las redes sociales para saber qué está haciendo, cotilleamos el estado y la foto de su whatsapp, tenemos la tentación de llamarle, nos acostamos y nos levantamos con su recuerdo, olemos la camiseta que se dejó en nuestra casa, dejamos su cepillo de dientes en el baño por si vuelve, miramos el teléfono cada mini segundo para ver si nos ha llamado y no lo hemos oído, escuchamos setecientas mil veces la lista de canciones de Spotify que creamos para esa persona con el nombre "nosotros" y que sonaba en el coche en el último viaje juntos. Nuestra vida gira en torno a su recuerdo y vivimos en una agonía constante.

Y ante este panorama cómo podemos aplicar la regla de los 21 días para que esa persona deje de estar en nuestro pensamiento?

A nuestro cerebro no le gusta que le digamos “esto no se hace”, por lo que una mala costumbre es difícil de destruir de esta manera. No es suficiente solo con decirnos “no quiero pensar en él”. La clave para poder lograrlo no está en decirle “no” a nuestro cerebro sino en sustituir esa costumbre que nos hace daño por otra, y para ello es necesario llevar a la práctica una serie de trucos.

Lo primero de todo es estar convencido de que queremos hacerlo y tener argumentos para ello. Hay que tener clarísimo que queremos sacar a esa persona de nuestro pensamiento y dejar de sufrir, y que solo de esta forma podremos seguir con nuestra vida y evolucionar. En este caso es muy útil preguntarse ¿para que voy a seguir pensando en él? ¿Que quiero conseguir con ello? Si las respondes con sinceridad seguro que tu decisión respecto a qué es mejor para ti está muy clara.

A veces ayuda escribir una lista de cosas por las que no es bueno para ti estar con esa persona o incluso todas aquellas cosas que no te gustaban de él. Si te sientas a pensarlas seguro que te sale una larga lista, y no vale pensar en las buenas, que ya sabemos que las tiene y es probable que en estos momentos en los que ya no estás con él solo recuerdes aquello que te encantaba de él, pero esto es lo que tienes que evitar, así que pega una pizarrita en los azulejos de la cocina, donde lo puedas ver todos los días, escribe “Razones para olvidarte” y empieza.

Lo segundo, y que va muy ligado a lo anterior, es tener la motivación para olvidarte de esa persona y la voluntad de invertir día tras día todos los esfuerzos necesarios para lograr el objetivo. Hay muy pocas cosas en esta vida que se logren sin motivación y voluntad, y si las hay seguro que no merecen la pena y nuestra meta (olvidarle) ocupa la primera posición del ranking de prioridades en este momento, así que vamos a por ella.

Lo tercero es clave y consiste en eliminar tentaciones y todo aquello que nos distraiga de nuestro objetivo. Para que entendáis bien la importancia de seguir esto a rajatabla pondré un ejemplo muy sencillo. Si queréis hacer dieta y tenéis la cocina llena de muffins de chocolate, galletas, patatas fritas, chucherías, tarrinas de Häagen dazs y un montón de marranadas de ese estilo, tendréis al enemigo en casa y será imposible no caer en la tentación de picotear entre horas. Para evitar esto lo que tendremos que hacer será no tener todas estas tentaciones delante y sustituirlas por otras más saludables. 

Pues cuando queremos olvidarnos de alguien pasa lo mismo, si seguimos guardando sus fotos, si seguimos teniendo su teléfono, si seguimos teniendo la casa llena de estímulos que nos recuerdan a él, será imposible que desaparezca de nuestra mente y que las ganas de estar con él se esfumen. Por tanto, deshazte de sus fotos, borra su teléfono, no cotillees sus redes sociales, no saques información a amigos comunes sobre como está, deja de escuchar la música de su grupo favorito (que además a ti no te gustaba), regala las cosas que se dejó en tu casa y que aún conservas por si vuelve (los boxer de pollitos que tanto te gustaban también), en definitiva libérate de todo lo que te recuerde a él y empieza a construir una vida sin él.

El cuarto elemento imprescindible es no aislarse. Ya sabemos que en momentos como este no nos apetece salir ni interactuar con otras personas, que preferimos escondernos del mundo, pasarnos todo el día en pijama con los pelos de la bruja Avería, abandonarnos, encerrarnos, aislarnos, como una forma masoka de seguir recreándonos en nuestro dolor, pero esto es precisamente lo que hay que evitar a toda costa, porque si repites este hábito durante 21 días seguidos ya sabes lo que sucederá, verdad?? Que entrarás en una rutina enfermiza de la que después serás incapaz de salir.

Y una vez que hemos entendido la importancia de estos cuatro pasos esenciales y que los hemos aplicado, viene la hora de la práctica y en que consiste?? 

Consiste precisamente en hacer todo lo contrario a lo que te pide el cuerpo: no te quedes en casa, arréglate, llama a tus amigos, sal con tus amigas y baila, vete a un karaoke y canta, pasea, haz ejercicio, apúntate a un curso, viaja, chatea con otros hombres y ten citas, habla con gente con la que nunca antes habrías hablado, ponte guapa, ponte ese vestido escotado que nunca te atreviste a llevar, píntate los labios de rojo (sí de rojo, qué pasa)…y hazlo durante 21 seguidos. Así, tal cual. Organiza un plan para cada día, mantén tu mente distraída, sé activa…cambio el hábito de pensar en él por el de pensar en ti; la costumbre de preguntarte qué estará haciendo por la de preguntarte cuál será el siguiente plan que organizarás; la necesidad de hablar con él, por el interés por hablar con gente nueva que te aportará cosas diferentes; la obsesión por pensar en el pasado, por la ilusión por lo que vendrá en un futuro.

A medida que pasan los días descubrirás que lo que te exigía un gran esfuerzo durante los primeros momentos, al finalizar ese periodo será mucho más fácil, casi automático. Te quedarás flipada de cómo has pasado de pensar en él las 24 horas del día, a tener que hacer un esfuerzo para pensar en él, y lo que es más importante, habrás adquirido una nueva y sana costumbre y el mal hábito habrá sido desbancado, seguro que incluso has hecho nuevos amigos, descubierto nuevas aficiones y que estás más guapa, y todo esto en tan solo 21 días, no es genial??





5 may 2016

Cosas que nunca te dije...

Me alejo de ti, decido sacarte de mi vida, de mi mente, de mis rutinas y tú no entiendes porqué. Te extrañas de mi decisión, no la compartes y te cuesta aceptarla pero hay cosas que nunca te dije.

Nunca te dije que el mes que estuvimos juntos marcó mi vida, que después de aquellos días nadie me ha hecho sentir lo mismo. Nunca te dije que lloré cuando me dejaste, que escuché una y otra vez todas las baladas de amor de uno de tus grupos heavy favoritos...




Ni que aún conservo el corcho de aquella botella de vino que nos bebimos juntos en esa noche especial. Nunca te dije que ignorando el consejo de mis amigas, conservé tus fotos, aquellas que me mandaste justo antes de conocernos y la única que nos hicimos juntos, y que he mirado esas fotos un millón de veces.

Nunca te dije que cuando te conocí me compré un casco para que me llevaras de copiloto en tus viajes, ni que aquella noche en la que me empeñé en ir a verte tenia fiebre y me explotaba la cabeza. Nunca te dije que cuando cancelaste el plan para cenar juntos en tu casa porque tu hijo estaba enfermo, ya había comprado la cena y que estuve un fin de semana entero comiendo delicatessen de Mallorca. Nunca te dije que me recorrí medio Madrid buscando tu helado favorito de Hägen-Dazs, ni que conozco perfectamente cual es tu plato preferido en el japo.

Nunca te dije que soy seguidora de tu cuenta de Twitter, que leo todo lo que escribes sin que tú lo sepas, que he buscado por las redes cualquier cosa relacionada contigo y que me he visto mil veces el vídeo que tus amigos colgaron en youtube cuando cumpliste 30 años, aquel en el que estás increíblemente sexy tocando la guitarra y cantando una canción de Oasis. Nunca te dije que he cotilleado el blog que hiciste con tus colegas cuando recorriste en Vespa el Camino de Santiago.

Nunca te dije que me he leído todo sobre la Liga Nacional de Futbol Americano y en especial sobre tu equipo preferido, los Green Bay Packers, y que cuando viajé a Nueva York te compré algo de ellos que nunca te dí.

Nunca te dije que a veces he fingido que pasaba cerca de tu oficina por casualidad, solo para poder pasar 10 minutos contigo mientras nos tomábamos un café.

Nunca te dije que aún sigo soñando con llevarte a Florencia y ver el atardecer a tu lado, ni que recuerdo con todo detalle cada día que pasé contigo cuando estuvimos juntos.

Nunca te dije que el día que volviste a aparecer en mi vida y aún sabiendo que tenías pareja, tuve la esperanza de que en algún momento volveríamos a estar juntos. Nunca te dije que en todos estos años he actuado como una amiga pero siendo consciente que quería algo más, ni que cuando rompiste con tu novia deseé que me dieras la oportunidad que no tuve en su momento.

Nunca te dije que me fui de viaje a Francia contigo porque sabía que esa sería la única ocasión que tendría para vivir una experiencia así a tu lado. Ni que cuando me contaste que habías conocido a una chica increíblemente guapa y que te habías enamorado de ella como una bestia, sentí un crujido dentro de mí y mi mundo se desmoronó.

Nunca te dije que he luchado contra mis sentimientos una y mil veces, que he intentado ser tu amiga y alegrarme por tu felicidad con otra, pero que contigo he perdido la batalla, que has sido el motivo de muchas de mis noches sin dormir, que me pregunto mil veces como será ella, que tendrá que yo no pueda darte y que me invade la peor de las envidias.

Por todas esas cosas que nunca te dije decido sacarte de mi vida intentando que la distancia y el tiempo borren mis sentimientos por ti.